Así, los niños de hoy en día no solo pueden dar asquito a las abuelas con esa masa viscosa sino que pueden escandalizar a un comedor entero profiriendo falsas ventosidades dignas de la mejor fabada. Un deleite para la vista y el oído de los más gamberros que además permite aumentar el margen comercial sin que la diversión se resienta.
En resumen, un ejemplo de como dándole un poco al tarro se puede tener a todo el mundo contento. Si quieres comprobarlo haz click en el enlace.
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